Son las seis de la mañana, hora local, y nada se mueve en una ciudad de más de 24 millones de habitantes. "¿Por qué vivir en Dinamarca?", dice un empresario mexicano de la construcción. "Aquí se vive más tranquilo". El rigor europeo, que durante años fue un mantra a exportar entre los políticos de la Unión, se ha diluido ahora entre la imagen que se percibe de Europa en el exterior y el empuje de países que viven de otra manera. "Sí, diferente", añade el mismo directivo. Algunos de los empresarios más importantes del país recibieron esta semana a una delegación de la Comisión Europea, encabezada por el vicepresidente Antonio Tajani. Un hombre "optimista", tal y como insistió a preguntas de este periódico en la capital federal de México, pero que ha tenido que centrar su discurso en la reclamada "solvencia" de la eurozona. En dos días que ha durado la expedición a este país -ahora se desplaza a Medellín y Bogotá- ha repetido 24 veces la misma frase: "El euro no está muerto".

¿Por qué repetir lo mismo tantas veces? Esta pregunta es compartida por directivos, periodistas e incluso miembros de la misma delegación. Al mismo tiempo en que Tajani insistía en vender la imagen de una Europa "robusta", la prima de riesgo española alcanzaba los 510 puntos básicos. La fragmentación de una eurozona de 17 Estados con una política fiscal no consolidada se apreció, de alguna manera, dentro de la propia delegación. "Yo creo que el Banco Central Europeo (BCE) debería hacer algo más que centrarse en la inflación", dijo Tajani a este diario. La pregunta era obligada: ¿y por qué no se hace? El vicepresidente de la Comisión Europea dejó la polémica para otra ocasión: "Bueno, esa es mi opinión". Ese cambio implicaría transformar la institución en algo más parecido al Banco de Inglaterra o la FED norteamericana, que sí pueden prestar dinero directamente a sus respectivos países.

El economista mexicano Óscar Ugarteche considera, como Tajani, que el BCE debería ser más proactivo: "La eurozona no puede funcionar si no hay una unión fiscal y sin un banco central que funcione como tal". Ugarteche, que es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no es muy optimista sobre el futuro de la moneda única.

Uno de los expertos de la capital consultados por este diario, que trabaja como responsable en el departamento de inversiones de una compañía financiera (Investment Department), niega con la cabeza. "El problema es que Europa trata de convencer a los demás de que sus problemas no son tan grandes como la prensa dice. ¿Y qué creen los propios europeos?", se pregunta. "¿Por qué venir a América a decirlo?"

Para los empresarios europeos la opinión de los mexicanos y, especialmente, los colombianos y brasileños es "vital". "Son países que están creciendo a más de un 5% interanual, necesitan importar tecnología y tienen un mercado interno en desarrollo", agrega un directivo danés invitado a uno de los eventos de la delegación. "Las grandes compañías europeas están creciendo gracias a la diversificación territorial". Es el caso de Banco Santander o BBVA. El banco que preside Francisco González se convirtió en un gigante en México tras comprar el 100% de Bancomer en 2004. Hay sucursales de esta entidad por todas partes, casi tantas como estaciones de Pemex.

"He venido aquí para explicar que la Unión Europea va a invertir en la economía real, que tenemos 500 millones de ciudadanos que pueden consumir y una industria del turismo muy potente", señalaba Tajani en cada uno de los actos a los que asistió este lunes y martes. Bruselas quiere trasladar que Europa se mueve en una "economía real" que en México no se percibe con tanta nitidez. "Nosotros queremos trasladarles que nuestro país es un sitio seguro para invertir", señala el director general de ProMéxico, Carlos Guzmán. Los mexicanos quieren inversores, pero la UE también. ¿Quién va a invertir en quién?

"El problema está mal centrado. En México hay un déficit de tecnología, y en Europa de capital. Ambas líneas no van a cruzarse", señaló a FARO un miembro de la Cámara de Comercio italiana en la capital del Estado. "El país está creciendo pero se ha estancado", constata Ugarteche. Entonces, ¿por qué México? "Para este país es más prioritario centrarse en la evolución de Asia, Estados Unidos y países en desarrollo", dice el mismo miembro de la cámara italiana. "El mensaje de Tajani se centra en lo negativo, que es la crisis del euro, en vez de primar lo positivo en su discurso", agrega un compañero de la misma institución.

Su colega sonríe: "Es difícil centrarse en lo positivo". ¿Usted invertiría en Europa si pudiera?, pregunto. "¿En qué?", responde. Aparentemente el viejo continente ha perdido el encanto y la confianza. Los inversores se centran en Colombia, Panamá, Rusia o Sudáfrica. "Hay un flujo comercial muy importante, pero las perspectivas actuales y la evolución de otros países en desarrollo son más interesantes", para los empresarios del país. "Solo si aparece la cheapiest thing", la cosa más barata, que haga rentable a corto plazo una apuesta. La ganga.

No existe un debate en México sobre el devenir de la eurozona. No se comenta en las calles. "Tenemos suficiente aquí con la inseguridad y la falta de oportunidades", dice un camarero de un restaurante próximo a la plaza de Coyoacán. No sabe quién es Tajani, Barroso o Draghi. "Parece que nosotros crecemos más que ustedes", añade con media sonrisa. Duele la ironía, quizás, y es que no le falta razón. Ahora bien, "la prensa dice que crecemos mucho pero tampoco ha habido tanto cambio en la gente". Es en el estrato menos docto en cuestiones diplomáticas donde más se parecen los países. Donde los problemas parecen los mismos: el paro, la desigualdad social, la falta de oportunidades. Donde México y el viejo continente, a lo mejor, sí tienen algo que ver.

"Europa no es un desastre", repite Antonio Tajani. "El euro no está muerto, y Grecia no va a salir del euro". El mantra ya no es la defensa del rigor europeo. Lo más importante ahora es hacer entender al mundo que, todavía, hay una Europa que defender. Aunque sea a 10.000 kilómetros de distancia.